No hay niños malos, hay niños aparcados, solitos y enfadados que piden a gritos nuestra presencia.

Y nunca piden demasiado, sólo mirada y amor.

Sólo necesitan para que su pequeño mundo se llene de colores, de la sonrisa de mamá, del abrazo disponible, de una mamá que juega  por el suelo y que no les juzga ni etiqueta.

Lo demás no importa, vendrá solo…

No te olvides, están llenos de amor, de dulzura ,como tú lo estuviste.

Si cerraras los ojos y recordaras la sensación de llamar a mamá… y ella dejarlo todo un ratito… sólo para estar contigo.

Los adultos con empatía y madurez emocional han sido maternados con mucho amor, presencia, mirada, confianza, respeto y entrega, con más o menos tiempo, porque no es cantidad sino calidad.

Todos llegamos cansados a casa pero las chispitas de amor, de humor y de juego son lo mejor después de un día más, en este mundo en crisis.

Es una entrega amorosa, una apuesta de futuro. Hay almitas muy solas que serán almas muy vacías.  Hay almitas maternadas y paternadas genuinamente, que serán almas solidarias. Es así de sencillo.